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Posta

Educando al soberano.
 

La mariposa

lunes, diciembre 18, 2006

En el acto de fin de curso del Polimodal, en algunos colegios se acostumbra a "despedir" a los egresados. Generalmante lo hace un profesor, un alumno de 2º Polimodal y luego un egresado dice unas palabras.
Casi todas son muy parecidas y siempre terminan con "...no les digo adiós, sino hasta siempre".
Lo que van a leer ahora escapa a todo lo escrito antes por alumnos. T es simplemente genial:

“Y la Tierra y los hombres no te caben en los bolsillos del traje. Yo quisiera hacer eso, llevarme todas las cosas conmigo.”

Esto no es una carta, es una mariposa.

¿Hablar del futuro? Fracasaría en buscar certezas en medio de lo inevitablemente incierto.
¿Describir los momentos compartidos? ¿Los que sólo nosotros conocemos? Hacerlo les quitaría la magia.

Esto no es una carta, tampoco pretende serlo, estas palabras se volverán mariposa porque sé que morirán antes de que termine el día, o quizás mañana. Pero estoy segura de que en este momento captarán su atención, como el vuelo colorido de una de ellas.

Les voy a hacer una pregunta:
¿Ustedes creen en los milagros?

Por cada alumno que egresa crece un conejito en el techo. De noche llueven astros por las paredes de las aulas a merced de los pizarrones que duermen en soledad. Las manos de los profesores dibujan vuelos en sueños que ellos probablemente no verán. Un día se acomodó en nuestra ventana un ángel de bolsillo que llenó de risas el salón, el que sin querer se nos hizo hogar. Hay cuatro jazmines que desde su arrinconado punto cardinal, se cuentan, al caer la tarde, los secretos susurrados detrás de las columnas. Algún sol envidioso de tanto brillo, suele descargar cuando nadie puede verlo piedras contra las ventanas. ¡La pucha si hemos brillado más que el sol! Los bancos fueron testigos silenciosos de nuestro miedo a ser efímeros, dejándose tallar nuestros nombres, mientras que por las rejillas del patio se escurría lo que no sabemos nombrar, hasta donde duerme un hombrecito que nunca crece, y guarda en una cajita de fósforos, las risas y los llantos, las vergüenzas y las peleas, los saltos a la soga, las corridas y los raspones de la infancia; de cuando solíamos jugar. Los azulejos sordos a causa de estruendosas picardías, no pueden escuchar el suspiro repetido del timbre, que lamenta ser el culpable de todos los finales. ¿No es un milagro acaso, que un Mamut chiquitito que quería volar, nos haya enseñado que vale la pena intentarlo cada vez? ¿Y que un Payaso Puchinello, se asome siempre a nuestras rondas, empecinado en conservar nuestra niñez? El rito de cada mañana, en el que los rebeldes envoltorios de golosinas se pasean por el patio hasta que los gritos y los rezongos cariñosos de los escobillones, les dan su merecido. ¿Quién se atreve a decir que no es un milagro que las ganas de jugar de unos fueran la esperanza de muchos, logrando vestir a un pueblo entero de rojo?¿Y no es un milagro también, toda la confianza regalada en lágrimas aquella noche de velas que alumbró el final de un viaje tan esperado? Y cuando los pliegues se van a dormir y el mástil se balancea celebrando la puesta del sol, se escucha de los pájaros un canto imborrable que dice: “...con los colores del cielo y en el centro el mismo sol, flameas en nuestro mástil y representas a mi Nación”. Esos mismos pliegues que despedimos, arriándolos por última vez en una ronda nostalgiosa de llantos y abrazos.

Si somos capaces de descubrir los milagros que encierra, esta valiosa historia, nuestra historia, llena de ceremonias cotidianas y ciclos que terminan y comienzan, tal vez comprenderemos el por qué de la tristeza y la necesidad de detener, guardar y atesorar. Esta tristeza que hoy nos cristaliza los ojos deseosos de retener todas las imágenes, todos los recuerdos. Estos ojos empañados que descubren que no importa cuánto fue el tiempo, ni cuándo fue el comienzo, ni cuándo es el final, porque cuando se vive con intensidad y belleza, la mariposa dibuja un vuelo eterno.

C. F.

3 comentarios:

Uschi dijo...

SNIF! Me recuerda lo que vivi hace solo cuatro años... Pucha no se si es mucho o poco tiempo
Y las iniciales del final son las mias!!
Saludos

Anónimo dijo...

Es cierto eso de que si uno describe los momentos pierden magia, más si uno hace el esfuerzo para algien que no estuvo allí y que por eso no conoce su significado.

Feguinda dijo...

Que bellas las palabras, que pena que todas esas hermosas lineas sean , enrealidad, para decorar un adios