Ayer, después de un día bastante bravo en el colegio voy a una gomería a averiguar precios de cubiertas para el auto.
Estaba un poco agotado por todo lo que había pasado y me pongo a ver a mi alrededor. El clima era muy agradable, la luz que entraba por un gran ventanal también aportaba el calor perfecto mientras se veía una típica tarde otoñal. Una empleada estaba sentada en un cómodo sillón sobre uno de sus pies mientras pasaba unas planillas en la compu y el dueño buscaba tranquilamente en la laptop el precio de las ruedas.
Estaba un poco agotado por todo lo que había pasado y me pongo a ver a mi alrededor. El clima era muy agradable, la luz que entraba por un gran ventanal también aportaba el calor perfecto mientras se veía una típica tarde otoñal. Una empleada estaba sentada en un cómodo sillón sobre uno de sus pies mientras pasaba unas planillas en la compu y el dueño buscaba tranquilamente en la laptop el precio de las ruedas.
Recordé por lo que uno pasa casi todos los días y me hice una pregunta que anteriormente tenía respuesta: "¿vale la pena?"